martes, 23 de noviembre de 2010

Tumores renales incidentales


 
En la actualidad se registra un alto incremento en el diagnóstico de tumores de riñón denominados incidentales, debido a que son descubiertos  accidentalmente, aumento que obedece a que cada día más personas se realizan chequeos por distintas causas y de esa forma aumenta la probabilidad de descubrirlos.
También se asocia la aparición de estas pequeñas masas renales a factores  tales como la obesidad y el hábito de fumar.
El doctor Elías Mora Kumboz, médico urólogo, explica que en muchos casos sucede que un paciente va al gastroenterólogo por una gastritis o una colitis, y al evaluarlo con ultrasonido o eco abdominal, el médico encuentra una lesión sólida en el riñón. El especialista indica realizar una tomografía y si ésta confirma que, efectivamente, hay una lesión sólida, se trata de un tumor renal incidental. La persona no presenta síntomas, sin embargo, existe el tumor en el riñón.
Al detectarlos, el paciente es remitido al urólogo para que realice los estudios y determine qué hacer.
“Si el tumor tiene menos de 4 centímetros y es sólido, decidir qué hacer se convierte en una  gran interrogante porque los métodos de imagen empleados para estudiarlos, como el caso de la tomografía, no indican si la lesión es  benigna o maligna. Si es benigna no hay problema, pero si es maligna puede crecer y manifestarse con metástasis”, señala el especialista.
Clínicamente hablando, hoy día, del 100 por ciento de los tumores renales diagnosticado, un 70 a 80 por ciento de éstos son de menos de 4 centímetros; son clínicamente localizados y no dan síntomas. Mientras que el 30 por ciento restante, se manifiesta con metástasis a distancia, es decir son clínicamente avanzados.
Agrega el doctor Mora Kumboz que cuando se habla de metástasis es porque el tumor ha crecido, ha salido del riñón, ha invadido la vena  renal, los ganglios linfáticos o se ha extendido a cualquier parte del organismo.
No solo el tamaño
El tamaño del tumor no necesariamente indica su potencial biológico para manifestarse con metástasis. Podría presumirse que un tumor de menos de 4 centímetros no es agresivo, sin embargo, es importante destacar que es imposible predecir su potencial biológico. La tasa de crecimiento por año de una lesión maligna es de 0,3 centímetros.
Muchos podrían creer que si un tumor es pequeño no hay posibilidades de que sea cancerígeno, pero no es así. El especialista advierte que “cuando miden menos de un centímetro, en un 50 por ciento de los casos son benignos, mientras que si miden 4 centímetros, un 20 por ciento de éstos son benignos. Estas cifras son importantes porque al decidir qué hacer, la indicación, para los tumores de 4 centímetros es la extirpación parcial del riñón, es decir, se extrae totalmente el tumor con una parte del riñón y se deja parte del órgano funcionando. Si el tumor tiene esas características y es benigno, no se justifica dejar al paciente sin un riñón, y,  en caso de encontrarse malignidad, la extirpación parcial es suficiente para el control de la enfermedad”.
Una de las opciones que existen para detectar si el tumor es maligno o no es la biopsia percutánea dirigida con ultrasonido o por tomografía para definir la lesión, previamente al tratamiento.
Este método tiene sus detractores, porque aún cuando se  usa para definir el potencial de malignidad, no es 100 por ciento confiable. “Puede suceder, que de pronto la aguja no tome exactamente la muestra de tejido del tumor, por lo que este sistema tiene un alto porcentaje de falsos negativos y falsos positivos”.
Tratamientos
Una de las opciones, como ya referimos, de acuerdo al tamaño de la lesión, es la observación. “Si por ejemplo se detecta la masa renal de un centímetro, lo indicado es realizar la observación, es decir, el control cada 6 meses o un año.  Hay dos elementos importantes a considerar, por un lado, hay que realizar una tomografía por contraste; si la lesión toma el contraste en forma heterogénea, lo más probable es que el tumor sea maligno. Otro elemento clave es si el tumor crece más de 0,3 centímetros,  si es así lo más probable es que sea maligno y hay que actuar en consecuencia”.
La otra opción es extirpar las lesiones mediante la cirugía abierta o laparoscopia, retirándola y dejando el resto del riñón funcionando en forma normal. “El tratamiento quirúrgico depende del tamaño del tumor.  Si es de menos de 4 centímetros, se extrae completamente el tumor con una parte del riñón y se deja parte del órgano funcionando; mientras que si la masa sólida es de 7 centímetros o más se extrae totalmente el riñón”.
Hacer  la cirugía parcial y dejar el riñón previene la enfermedad crónica renal que causa muerte y se minimiza el riesgo de enfermedades cardiovasculares.  “Cuando se elimina un riñón se pueden ocasionar daños al que queda  sano y producir enfermedades cardiovasculares  que aumentan la mortalidad a largo plazo y produce enfermedad renal crónica”.
En el 15avo Curso de Cáncer Urológico también se consideró la aplicación de la ablación, que consiste en usar la crioterapia, aplicación de frío extremo o la radiofrecuencia, que es el empleo de calor extremo. “Se realiza vía percutánea sin abrir al paciente, guiado por ultrasonido o tomografía. Se introducen unas agujas que queman la zona de la lesión tumoral o que congelan a menos de 50 grados de temperatura. Este tratamiento está indicado para personas de avanzada edad o en pacientes que rehúsan la cirugía, sin embargo, se encuentra en etapa experimental porque no se tienen los resultados a largo plazo”, advirtió.
En resumen,  podemos optar por el seguimiento activo del paciente, haciendo evaluación cada 6 meses o  la cirugía  parcial  del riñón, extirpando la lesión.  Esto tiene la ventaja que si el tumor es benigno  se preserva el riñón con todas sus funciones, es decir,  el paciente vive sin mayores contratiempos. Y si la lesión es maligna,  también  se elimina el problema, porque de una u otra forma  el paciente se libera de la angustia. Mientras que, la crioterapia y la radiofrecuencia, aún se encuentran en fase experimental.









lunes, 1 de noviembre de 2010

Cálculos renales


Los  cálculos renales o nefrolitiasis, comúnmente conocidos como piedras en el riñón,  son masas sólidas compuestas de pequeños cristales que pueden presentarse en forma solitaria o múltiple, en cualquier parte del tracto urinario, el cual consta de dos riñones con sus respectivos uréteres que conectan a la vejiga.
El doctor Elías Mora Kumboz,médico oncólogo, especialista en urología, explica que “esta condición la padece aproximadamente el 12 por ciento de los hombres y el 5 por ciento de las mujeres. Es responsable de altas pérdidas de horas trabajo, además del elevado costa en su tratamiento. La nefrolitiasis, es decir, la presencia de cálculos se presenta frecuentemente entre los 25 y los 40 años de edad, en ambos sexos”.
-¿Por qué se forman?
-Ocurre cuando ciertas sustancias como el calcio o el ácido úrico se concentran en la orina en  grandes cantidades. Estas sustancias se sedimentan en forma de cristales, que con el tiempo crecen y se transforman en las llamadas piedras. Es importante recalcar que esta enfermedad puede aparecer incluso sin la presencia de niveles elevados de estos metabolitos en la orina.
El especialista explica que entre los factores que favorecen la aparición de cálculos se encuentran:  “Las condiciones de la orina , cuando es  altamente concentrada; una dieta alta en proteínas animales , baja ingesta de líquidos y otras condiciones médicas coexistentes en el paciente, tales como la obesidad, gota, diabetes, o los que han sido sometidos al bypass gástrico”.
Mora Kumboz recalca que también es importante señalar que algunos medicamentos promueven la aparición de cristales en la orina, que a su vez incrementa el riesgo de formación de cálculos. “Las personas deben saber que entre los medicamentos que favorecen la aparición de cálculos se encuentra la ingesta excesiva de vitamina C y el abuso de laxantes”.
La historia familiar también cuenta. “Pacientes con familiares cercanos o una historia previa de nefrolitiasis tienen un mayor riesgo en comparación con el resto de la población de sufrir esta condición. Luego de formar un cálculo renal, una persona tiene un 5 a un 10 por ciento de probabilidad de formar un segundo cálculo al año y un 50 por ciento de formar un segundo cálculo a los 10 años de la aparición del primero”.
-¿Cuales son los síntomas que presenta una persona que tiene cálculos renales?
-La mayoría siente un dolor característico conocido como cólico nefrítico. Otros síntomas comunes, en el cuadro de esta condición, es la hematuria (sangre en la orina), nauseas y vómitos. En ocasiones, la ubicación y el tamaño del cálculo es tal que éste no produce ningún tipo de síntomas. Estos cálculos asintomáticos son típicamente detectados de manera incidental cuando se realizan estudios radiológicos.
-¿Cómo se evalúa la enfermedad?
-El diagnóstico se hace sobre la base de los síntomas del paciente y de estudios de la orina. Los estudios radiológicos sirven para confirmar si se trata de nefrolitiasis,  determina el número, la ubicación y el tamaño de las piedras. La modalidad más usada es la tomografía computarizada que permite  diagnosticarlos en  forma precisa y detectar otras enfermedades asociadas, no relacionadas con los cálculos, como por ejemplo, un tumor de riñón.
Agrega el doctor Mora Kumboz que una vez que se conoce  la existencia de cálculos la decisión de tratar medica o quirúrgicamente está basada en múltiples factores. “La mayoría de los cálculos pasan espontáneamente y el tratamiento es paliativo para controlar el dolor. Los pacientes que ameritan tratamiento quirúrgico son los que presentan fuerte dolor, infecciones, los que tienen un solo riñón, o  padecen insuficiencia renal”.
En los casos que se requiere tratamiento quirúrgico las tres modalidades más empleadas son:
        Litotripsia por Onda de Choque: La ubicación de la piedra es fundamental para su empleo. El urólogo, con la ayuda de rayos X o ultrasonido, ubica la piedra y con las ondas de choque de alta energía los pulveriza. Es importante destacar que existen dos contraindicaciones para el uso de ondas de choque, el caso de mujeres embarazadas y coagulopatías no corregidas. Una complicación frecuente es la llamada “calle litiasica” que puede obstruir el riñón sin presentar síntomas, por lo que es indispensable el control estricto posterior al tratamiento.
                La ureteroscopia:  es la introducción de aparatos endoscópicos miniaturizados a las vías urinarias para localizar el cálculo y fragmentarlos con diferentes fuentes de energía, por ejemplo, el láser. Aunque esta evita la necesidad de cirugía abierta, no existe ningún procedimiento medico-quirúrgico exento de complicaciones.
        La Nefrolitotomia Percutánea: es una cirugía mínimamente invasiva reservada para aquellos cálculos que por sus dimensiones no son viables de ser expulsados espontáneamente por el tracto urinario. Esta es una forma efectiva de extraer los cálculos de riñón evitando incisiones dolorosas que quedaron en el pasado.
Una vez tratada la recurrencia de nefrolitiasis puede ser prevenida con ayuda del urólogo tratante que indicará los cambios necesarios que  el paciente debe hacer en la dieta y  su estilo de vida. 
@urotips