En la actualidad se registra un alto incremento en el diagnóstico de tumores de riñón denominados incidentales, debido a que son descubiertos accidentalmente, aumento que obedece a que cada día más personas se realizan chequeos por distintas causas y de esa forma aumenta la probabilidad de descubrirlos.
También se asocia la aparición de estas pequeñas masas renales a factores tales como la obesidad y el hábito de fumar.
El doctor Elías Mora Kumboz, médico urólogo, explica que en muchos casos sucede que un paciente va al gastroenterólogo por una gastritis o una colitis, y al evaluarlo con ultrasonido o eco abdominal, el médico encuentra una lesión sólida en el riñón. El especialista indica realizar una tomografía y si ésta confirma que, efectivamente, hay una lesión sólida, se trata de un tumor renal incidental. La persona no presenta síntomas, sin embargo, existe el tumor en el riñón.
Al detectarlos, el paciente es remitido al urólogo para que realice los estudios y determine qué hacer.
“Si el tumor tiene menos de 4 centímetros y es sólido, decidir qué hacer se convierte en una gran interrogante porque los métodos de imagen empleados para estudiarlos, como el caso de la tomografía, no indican si la lesión es benigna o maligna. Si es benigna no hay problema, pero si es maligna puede crecer y manifestarse con metástasis”, señala el especialista.
Clínicamente hablando, hoy día, del 100 por ciento de los tumores renales diagnosticado, un 70 a 80 por ciento de éstos son de menos de 4 centímetros; son clínicamente localizados y no dan síntomas. Mientras que el 30 por ciento restante, se manifiesta con metástasis a distancia, es decir son clínicamente avanzados.
Agrega el doctor Mora Kumboz que cuando se habla de metástasis es porque el tumor ha crecido, ha salido del riñón, ha invadido la vena renal, los ganglios linfáticos o se ha extendido a cualquier parte del organismo.
No solo el tamaño
El tamaño del tumor no necesariamente indica su potencial biológico para manifestarse con metástasis. Podría presumirse que un tumor de menos de 4 centímetros no es agresivo, sin embargo, es importante destacar que es imposible predecir su potencial biológico. La tasa de crecimiento por año de una lesión maligna es de 0,3 centímetros.
Muchos podrían creer que si un tumor es pequeño no hay posibilidades de que sea cancerígeno, pero no es así. El especialista advierte que “cuando miden menos de un centímetro, en un 50 por ciento de los casos son benignos, mientras que si miden 4 centímetros, un 20 por ciento de éstos son benignos. Estas cifras son importantes porque al decidir qué hacer, la indicación, para los tumores de 4 centímetros es la extirpación parcial del riñón, es decir, se extrae totalmente el tumor con una parte del riñón y se deja parte del órgano funcionando. Si el tumor tiene esas características y es benigno, no se justifica dejar al paciente sin un riñón, y, en caso de encontrarse malignidad, la extirpación parcial es suficiente para el control de la enfermedad”.
Una de las opciones que existen para detectar si el tumor es maligno o no es la biopsia percutánea dirigida con ultrasonido o por tomografía para definir la lesión, previamente al tratamiento.
Este método tiene sus detractores, porque aún cuando se usa para definir el potencial de malignidad, no es 100 por ciento confiable. “Puede suceder, que de pronto la aguja no tome exactamente la muestra de tejido del tumor, por lo que este sistema tiene un alto porcentaje de falsos negativos y falsos positivos”.
Tratamientos
Una de las opciones, como ya referimos, de acuerdo al tamaño de la lesión, es la observación. “Si por ejemplo se detecta la masa renal de un centímetro, lo indicado es realizar la observación, es decir, el control cada 6 meses o un año. Hay dos elementos importantes a considerar, por un lado, hay que realizar una tomografía por contraste; si la lesión toma el contraste en forma heterogénea, lo más probable es que el tumor sea maligno. Otro elemento clave es si el tumor crece más de 0,3 centímetros, si es así lo más probable es que sea maligno y hay que actuar en consecuencia”.
La otra opción es extirpar las lesiones mediante la cirugía abierta o laparoscopia, retirándola y dejando el resto del riñón funcionando en forma normal. “El tratamiento quirúrgico depende del tamaño del tumor. Si es de menos de 4 centímetros, se extrae completamente el tumor con una parte del riñón y se deja parte del órgano funcionando; mientras que si la masa sólida es de 7 centímetros o más se extrae totalmente el riñón”.
Hacer la cirugía parcial y dejar el riñón previene la enfermedad crónica renal que causa muerte y se minimiza el riesgo de enfermedades cardiovasculares. “Cuando se elimina un riñón se pueden ocasionar daños al que queda sano y producir enfermedades cardiovasculares que aumentan la mortalidad a largo plazo y produce enfermedad renal crónica”.
En el 15avo Curso de Cáncer Urológico también se consideró la aplicación de la ablación, que consiste en usar la crioterapia, aplicación de frío extremo o la radiofrecuencia, que es el empleo de calor extremo. “Se realiza vía percutánea sin abrir al paciente, guiado por ultrasonido o tomografía. Se introducen unas agujas que queman la zona de la lesión tumoral o que congelan a menos de 50 grados de temperatura. Este tratamiento está indicado para personas de avanzada edad o en pacientes que rehúsan la cirugía, sin embargo, se encuentra en etapa experimental porque no se tienen los resultados a largo plazo”, advirtió.
En resumen, podemos optar por el seguimiento activo del paciente, haciendo evaluación cada 6 meses o la cirugía parcial del riñón, extirpando la lesión. Esto tiene la ventaja que si el tumor es benigno se preserva el riñón con todas sus funciones, es decir, el paciente vive sin mayores contratiempos. Y si la lesión es maligna, también se elimina el problema, porque de una u otra forma el paciente se libera de la angustia. Mientras que, la crioterapia y la radiofrecuencia, aún se encuentran en fase experimental.
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